La gallina ciega. Goya, 1789. Imagen: es.wikipedia.org/
Don’t move
U2. Numb
En La insoportable levedad del ser, Kundera cuenta cómo en el aplastamiento de la Primavera de Praga los rusos usaron las fotos que habían tomado periodistas y particulares mientras los checos celebraban sus breves días de libertad para luego cazarlos. También narra cómo las checas con sus minifaldas enloquecían a propósito a los soldados del ejército rojo, ese que había violado a dos millones de alemanas al final de la Segunda Guerra Mundial.
Para los checos era un juego; impregnados con el espejismo del espíritu contestatario de Occidente, retaron al totalitarismo y fueron derrotados. No es casual que lo recuerde por estos días: vivo en Venezuela. Aquí también hemos estado retando al totalitarismo, al cubano en este caso, que por mampuesto de sus lacayos chavistas ha asesinado a más de 100, detenido a más de 5000 (de los más de 1000 que permanecen presos la OEA considera a 620 como presos políticos) y herido a innumerables venezolanos solo en los últimos cuatro meses.
Pero nosotros también estamos jugando luego de casi 19 años de peste roja. No podía esperarse algo distinto de una de las sociedades más inmaduras del mundo, esa que eligió a un militar felón y ratero y cuya vanguardia hoy, en las manifestaciones, son muchachos con escudos de los Avengers, alucinados desnudos o doñitas con rosarios.
Esa estupidez genética del gentilicio es la que explica la postración luego del fraude del 30 de julio. Como cuando el niño malcriado pierde: tira los juguetes, amaga una pataleta y dice “no juego más”. No seguimos la convocatoria de Capriles y Leopoldo López, ni tomamos los centros de votación del fraude, pero sí queríamos que los militares, esos árbitros inmundos a los que tratamos de sobornar impúdicamente con monedas que no quieren: democracia y decencia; pitaran penal en el último minuto.
Como no nos salvaron –creo que están ocupados asesinando y robando–, a partir del 31 nos rendimos –¿eso fue todo lo que duró la resistencia de nuestros espartanos posmocaribeños?–, le rezamos al sagrado corazón de Jesús y aceleramos los planes para irnos a pasar hambre en Bogotá, Lima o cualquier otra ciudad latinoamericana a la que hasta hace poco, en nuestra arrogancia de nuevos ricos petroleros, considerábamos un arrabal incomparable a nuestra sucia, peligrosísima y marginal Caracas.
Imagen: sienteamerica.com/
No podemos engañarnos y asumirnos como una sociedad épica solo porque cual obra de teatro de liceo nos disfrazamos de Simón Bolívar, Páez o cualquier otro caudillo, con esas pendejas franelas estampadas con alamares y demás zarandajas. Ese es solo un juego, ese que llamamos resistencia, lo real es que en buena medida Venezuela solo quiere levantarse mañana y que sea 1998 o al menos 2013. Porque siendo honestos; no tenemos problema en convivir con la peste roja siempre y cuando nos de algo del pastel –sí, es así a pesar de las multitudinarias marchas, del valor de tantos, del sacrificio–, por eso raspábamos el cupo en dólares por medio mundo en esa orgía terrible en la que nos robábamos a nosotros mismos los fondos para escuelas y hospitales. Por eso se dialogó en 2013, 2014 y 2016.
Por eso, por adultos estúpidos, jugamos un nerd juego de rol pero con muertos, en batallas coreografiadas sobre la autopista Francisco Fajardo que recuerdan a la guerra decimonónica y sus perfectas formaciones de soldados, esas que adultos ociosos recrean con soldaditos de plomo; ¿qué otra cosa es, si no, arrancarle la reja a La Carlota –mientras se pierde la vida en ello– para que al día siguiente se reanude el tránsito en la utopista como si nada?
Si esto no fuese un juego, cada vez que han detenido o secuestrado manifestantes, el próximo plantón ha debido ser frente a las cárceles –sobre todo las militares– cada vez más parecidas a la ESMA donde incluso se les retiene mientras los esbirros cobran rescate dolarizado. Cuando eso pasa el único plantón es el de los familiares y abogados (luego de la razzia de febrero de 1928, algunos de los estudiantes que quedaron libres se entregaron voluntariamente para compartir el destino de sus compañeros en las cárceles gomecistas). Si esta fuese una rebelión y no un simulacro, luego de que el 1 de mayo se anunció la constituyente espuria, la siguiente marcha debió ser sobre Fuerte Tiuna –se entiende que toda dictadura es militar, ¿no?–, así como debió serlo en octubre del año pasado cuando fraudulentamente el chavismo suspendió el revocatorio, o como debió serlo el lunes 31 de julio, sin esperar el pendejo striptease de Smartmatic –una compañía que puede ser considerada pública: se constituyó gracias a la plata drenada al CNE–.
Por eso, algunos partidos –los más experimentados, los que hacen quórum porque les dimos la mayoría– luego de jugar al 350 y otras cifras absurdas de esa lotería en nombre de la cual se ha muerto, y que esconde palabras –rebelión, derrocamiento, revuelta– precisamente porque es un juego de espejos, anunció que votará en la gallinita ciega de la regionales, el mismo día en el que esta compañía que contó los votos –y que los ha contado los últimos 10 años– le pone tímidos números al fraude. Ellos saben mejor que nadie que en las calles solo se está jugando y que así no se le arrebata el poder a una dictadura.
Ya que estamos jugando, como niños, a la muerte y al hambre es congruente que nos paralicemos como en la ere o en 1, 2, 3, pollito inglés; mientras, los políticos juegan la silla loca.
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