Ágora I.


Somos los únicos, en efecto, que consideramos al que no participa de estas cosas, no ya un tranquilo, sino un inútil, y nosotros mismos, o bien emitimos nuestro propio juicio, o bien deliberamos rectamente sobre los asuntos públicos, sin considerar las palabras un perjuicio para la acción, sino el no aprender de antemano mediante la palabra antes de pasar de hecho a ejecutar lo que es preciso.

Discurso fúnebre de Pericles.

 

 

Desde la entronización de la red, la política ya no es un asunto que se discuta en el ágora o en el fórum, ya no es un asunto de plazas, salvo cuando está tan corrompida que es necesario el revulsivo de la violencia callejera, para expulsar al tyrannos, o sacudir a la clase política. Podría ser que ya las ciudades no estén diseñadas para la ecclesia, para discutir los asuntos de todos. Hasta ahora.

La esfera privada del individuo posmoderno ha crecido hasta devorar la esfera pública. Hay una aguda diferencia con la polis griega. Las ciudadelas personales son inexpugnables.

Sin embargo, esos refugios hechos a la medida que son facebook y twitter con sus posibilidades de aislamiento –sobre todo del segundo, que permite construir redes a la medida de los intereses personales, obviando el resto del mundo- han tenido una incidencia importante en la política, en lo público. Desde esas ágoras virtuales se ha motorizado el actual cambio político en el norte de África y en Oriente Medio, por ejemplo. La dimensión privada de miles de individuos que interactúan en un espacio virtual, que potencialmente podría llevar a una mayor disolución del tejido social necesario para la viabilidad de la comunidad política, se ha desbordado hacía el mundo físico. La discusión, el intercambio, la participación; se articulan entre espacios reales y virtuales. Lo que se ha traducido en una puesta al día de la plaza pública como foro, en su reivindicación.

Antes una explicación. La revista TIME (en: http://www.time.com/time/specials/packages/completelist/0,29569,2047066,00.html), ofrece una lista con diez plazas famosas por sus protestas[1]:

  1. Tahrir, El Cairo. (2011)
  2. Tiananmen, Beijing. (1989)
  3. Wenceslao,Praga. (1989)
  4. Azadi, Teherán. (2009)
  5. La Bastilla, París. (1789)
  6. Plaza de las Tres Culturas (Tlatelolco), ciudad de México.(1968)
  7. Plaza de los decembristas, SanPetersburgo. (1917)
  8. Trafalgar, Londres. (Desde el siglo XIX)
  9. Independencia, Kiev. (2004)
  10. Union Square, NuevaYork.  (1861)

De esa lista, únicamente los sucesos en Tahrir y Azadi, son posteriores a facebook (2004) y a twitter (2006). Las manifestaciones en Kiev durante la Revolución Naranja son contemporáneas con un facebook incipiente, aunque en la Plaza Trafalgar se llevaron a cabo importantes manifestaciones estudiantiles en 2010 por la subida de las matrículas universitarias, y las manifestaciones de Occupy London convocadas por la red del año pasado no la tuvieron como escenario.

Por eso el primer ejemplo de manifestaciones políticas que usaron las redes sociales como megáfono es el de la Plaza de la Libertad (Azadi) en Teherán. Empecemos por el Despertar persa entonces:

 

 

La plaza Azadi o plaza de la Libertad (Maidān Āzādi) en Teherán, Irán.

Aquí se escenificó el antecedente directo de la Primavera Árabe en junio de 2009. Como se repetirá en otras plazas mencionadas aquí, esta era un símbolo político del régimen que luego reprimirá. Su nombre original era “Recuerdo de los reyes”, esos odiosos Shahs que la Revolución Iraní de 1979 arrojará del poder. Luego de las múltiples manifestaciones de ese año y de la revolución victoriosa, será rebautizada Azadi.

En su centro está el símbolo de la ciudad: la Torre Libertad. Luego del fraude en las elecciones presidenciales de 2009, esta plaza va a acoger las principales concentraciones en la capital contra Ahmadinejad (que se repetirán en menor medida en febrero de 2011), que se van a articular en el Movimiento Verde. A las protestas se les denomina Revolución Verde, Mar de Verde u Ola Verde o La Revolución Twitter[2]. Esto último se debe a que las redes sociales y la internet en general fue el medio de comunicación empleado por los manifestantes para llamar a las protestas, para la difusión de información y propaganda[3], el escenario de una guerra cibernética entre las partes con ataques a páginas web de lado y lado, y la vía para sortear los filtros del régimen con el intercambio de listas de servidores no bloqueados o programas anti censura usados contra China y otras satrapías[4]. Inicialmente la censura del régimen se mostró inoperante para desarticular el ágora virtual, pero con el tiempo perfeccionó su ya importante habilidad para censurar las comunicaciones.

A partir de ahora las redes sociales van a estar presentes como el principal instrumento para organizar y demostrar en el espacio público el descontento político.

 

 

La plaza Tahrir o plaza de la Liberación (ميدان التحرير) en El Cairo, Egipto.

La primavera árabe no comenzó como una demostración de masas, aunque si con la expresión pública de una profunda desesperación personal: la de Mohamed Buazizi. Su inmolación fue pública, pero la plaza debió esperar al contagio egipcio para aparecer. Y lo hizo en la mayor plaza pública de El Cairo.

Originalmente el nombre de la plaza era Midan Ismailia en honor del virrey Ismail, (un Guzmán Blanco egipcio) al que se le debe el sometimiento del país a Gran Bretaña.  Posteriormente al convertirse Egipto en república adquiere oficialmente su actual nombre. Ésta plaza tiene una estatua del jeque Omar Makram, un héroe contra la ocupación napoleónica, un poco más allá está la mezquita del mismo nombre. El autócrata no percibe con claridad el peso de los símbolos, de esos que le recuerdan a la gente la opresión cada día.

La plaza misma más alla de su nombre y de su estatua era un símbolo al menos desde 1977 cuando fue escenario de los “disturbios por pan”, y fue la manifestación de cientos de miles de personas a partir de 25 de enero de 2011 en ella lo que le permitió a las fuerzas armadas egipcias deponer a Hosni Mubarak[5]. Al inicio de estas manifestaciones una de las medidas represivas fue cortar los servicios de comunicaciones en la plaza. No sirvió de nada, y es que aquí cobra relevancia la cercanía que pretendo establecer con el ágora, la plaza es un lugar real no virtual, un punto en la trama urbana, su ombligo al que las personas regresan siglo tras siglo a ser ciudadanos.

 

 

La Plaza del Árbol (ميدان الشجرة) y la Plaza del Tribunal en Bengasi, Libia.

Ambas comparten el protagonismo en la guerra civil Libia como lugares de protesta a los que se convocó desde el ágora virtual según lo que se lee en la red, aunque tiende a ser más significativa la segunda porque a un costado tiene la sede de la corte de la ciudad: ante el caos de la guerra y cómo terminó con el asesinato de Gadafi es un referente el que las manifestaciones se organizaran cerca de la institución diseñada para impartir justicia.

El Movimiento de la Juventud Libia 17 de Febrero, mantuvo cuentas en twitter y facebook, así mismo usó la red para recolectar dinero. En la plaza del Tribunal se daban cita profesionales, trabajadores, intelectuales y estudiantes luego de la oración de los viernes. En las paredes aledañas se colocaban fotos de las bajas de la guerra que se desarrollaba en paralelo a las concentraciones de la plaza: es sorprendente lo rápido que la protesta degeneró en guerra civil, una protesta que tuvo su detonante en la demora en la construcción de casas y en la corrupción se unió al ejemplo tunecino y egipcio en una escaldad que muy temprano convirtió a Bengasi en una ciudad liberada y al conflicto en una guerra con participación de la OTAN. El inicio de las protestas se sitúa en la primera quincena de enero de 2011, ya para el 27 de febrero se había establecido el Consejo Nacional de Transición Libio: en mes y medio se había creado el órgano de la transición, no había vuelta atrás.

Nota curiosa: hay fotos de la plaza del Tribunal de musulmanes orando con una bandera americana de fondo. Telesur no pudo filmarlo.

Esta guerra civil comenzó en una plaza y terminó en otra: la toma de la Plaza Verde (rebautizada Plaza de los Mártires) en Trípoli, en agosto de 2011, completó el movimiento que había comenzado en Bengasi.

 

 

La redoma de la perla (دوار اللؤلؤ (ة) ‎) en Manama, Bahréin.

Este fue el escenario de las manifestaciones en Bahréin. Tal vez un país pequeño aunque nade en petróleo no tiene el tejido social que hace necesaria una plaza. Aquí sucedió lo inverso a lo de la plaza de la Liberación: el símbolo no existía, lo construyó la represión. Originalmente y como el nombre lo indica la redoma servía para administrar el tráfico en el distrito financiero de Manama, el monumento Perla que ocupaba su centro celebraba una conferencia del Consejo de Cooperación del Golfo. En general la rotonda era una referencia a la historia del país y su cultivo de perlas.

Entre febrero y marzo de 2011 la redoma acogió a los manifestantes que exigían cambios políticos contagiados por lo que estaba pasando en el norte de África. El levantamiento no duró mucho, fue duramente reprimido con la ayuda de tropas del mismo Consejo de Cooperación del Golfo al que hacía honor el monumento de la redoma, destruido el 18 de marzo de ese año. Supongo que ahí se erigirá algún día una plaza para celebrar la civilidad.

 

 

Puerta del Sol en Madrid, España.

Este es el lugar de concentración de los indignados en Madrid. Las acampadas se replicaron en plazas de las principales ciudades españolas, aparte hubo caminatas y marchas.

Al menos yo veo una ironía en que los indignados españoles aglutinados en el Movimiento 15-M (y luego los de Occupy Wall Street) emulasen en alguna medida a los movimientos del Magreb. Estos, pese a lo que se diga; aspiran en buena medida a la democracia liberal y a una economía muy cercana a la de mercado, lo mismo que ya poseen los europeos y norteamericanos. Sin embargo los jóvenes de las democracias occidentales (aunque también guiados por su  ceguera (el opúsculo que les sirve de guía intelectual es el escueto panfleto ¡Indignaos! de Stéphane Hessel, que sirve para calentar masas, pero no para construir nada útil en política –los españoles terminaron votando por el PP), desprecian eso por lo que lo norafricanos y otros han peleado hasta la muerte.

Unos aspiran al estado de bienestar que se ha erigido en una amarga burla para otros.

De la plaza destaca la estatua del oso y el madroño: la postal por excelencia.

 

 

 

Imágenes: Wikipedia, AP y Google.


[1] Por mi contexto agregaría la Plaza Francia (Altamira) en Caracas, 2002. 

[2] Aunque el término se usa también desde abril de ese año para describir las manifestaciones contra el fraude en las elecciones parlamentarias de Moldavia (Revolución de la uva), no hay una plaza como hito urbano de la protesta.

[3] Aquí puede apreciarse la nóvela gráfica Persepolis 2.0: http://www.couscousglobal.com/download?id=3927

[4] Esta es la página web de Freegate, el programa anti censura: http://www.dit-inc.us/freegate.

[5] Hábilmente los militares usufructúan aún la protesta de la sociedad civil: le confiscaron el poder político que había ganado en la plaza Tahrir y en las calles de El Cairo.

El ‘cello’ sobre las cenizas.

“Aquí no queda nada –comento Vkekoslav, un bibliotecario-. Vi una columna de humo, y los papeles volando por todas partes, y yo quería llorar, gritar, pero me quedé arrodillado, con las manos en la cabeza. Toda mi vida tendré esta carga de recordar cómo quemaron la Biblioteca Nacional de Sarajevo.”[1]

Escribo esto porque me tropecé con la foto que acompaña la entrada[2]. En ella aparece el chelista Vedran Smailović, tocando su instrumento sobre las ruinas de la Biblioteca Nacional de Sarajevo (la Vijećnica) en 1992. No sé qué toca[3]. No sé cuán cierta sea la imagen: el bombardeo serbio (los últimos días de agosto de ese año) pudo haber terminado mucho antes, alguien pudo haber movido uno de los cascotes de cemento, o pudieron estar ahí esperando largo rato fotógrafo y modelo el momento adecuado que otorga esa luz tan clara a la foto. Toda foto es falsa, se pose para ella (el colmo de lo artificial) o no.

            Sin embargo la posibilidad que plantea la foto me reconforta. De acuerdo con Fernando Báez:

La biblioteca tenía 1.500.000 volúmenes, 155.000 obras raras, 478 manuscritos, millones de periódicos del mundo entero, pero fue devastada por órdenes del general serbio Ratko Mladic por medio de 25 obuses incendiarios, lanzados durante tres días, a pesar de que sus instalaciones estaban marcadas con banderas azules para indicar su condición de patrimonio cultural.[4]

Ante esa destrucción –solo una más- irreparable, tangible, de millones de libros quemados, me gusta la idea de que alguien haya escogido como elegía una melodía salida de un cello (sé que está mal escrito así, pero por capricho prefiero la forma italiana), la cosa más etérea  y frágil posible.

La guerra en Bosnia está llena de nombres particulares: Ahmići, Mostar, Foca, Grbavica, Srebrenica, Markale, lugares llenos de muertos, de mujeres violadas, de edificios destruidos, en los que todos los bandos se masacraron entre sí. Ante eso a un hombre se le ocurre tocar unas notas. Al hacerlo asumo que sabía que nada cambiaría, de hecho la paz se alcanzó al menos tres años después de la foto. Pero aun así no pudo dejar de tocar.

La música culta me gusta en buena medida gracias al influjo del violín, ese instrumento que producía un sonido durante mi primer concierto que no se parecía a nada que hubiese escuchado hasta ese momento: ni a la música del barrio de clase media baja en el que crecí, ni al ruido urbano, ni al pop FM o al rock indie que exhibía como marca para distinguirme. Ese sonido de belleza sobrehumana[5] bastó para convertirme en un fanático.

           Mis devaneos con el cello son recientes, luego de un par de conciertos de música de cámara, sin artificios, sin micrófonos. Tal vez tenga que ver con tristeza o melancolía, un cello produce un lamento hermoso. Vivaldi es el más indicado para describir lo que quiero decir:

Aunque en 1994 la Orquesta Filarmónica y el Coro de la Catedral de Sarajevo ofrecieron en el lugar de las ruinas un concierto en el que se interpretó el Réquiem de Mozart, qué otra cosa sino la tristeza de un cello puede ofrendarse ante la destrucción de una biblioteca que veinte años más tarde aún no se recupera del todo como edificio y que jamás recuperará sus libros.

Imágenes (wikipedia y http://www.kakarigi.net/manu/images/lib_11.gif)



[1] En: Báez, Fernando (2004): Historia Universal de la destrucción de los Libros. De las tablillas sumerias a la guerra de Irak. Caracas, Editorial Debate. Página 263.

[2]  Aunque ayer 6 de abril se cumplieron veinte años del inicio de la guerra en Bosnia.

 [3] Me gusta creer que es la suite para cello número dos de Bach. Aquí Mstislav Rastropovich interpreta el preludio: 
[4] Ibíd.

[5] Contrario a lo que se piensa, la verdadera belleza está fuera del alcance del hombre: no puede crearla o apreciarla, no del todo al menos. Incluso cuando intenta imitar la belleza a través del arte, produce un sucedáneo, a veces solo horror. Por ello los violinistas deben venderle su alma al demonio si quieren dominar su instrumento. Los luthiers ya lo han hecho antes.

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